La gestión integrada de paisajes en Latinoamérica presenta desafíos complejos, marcados por desigualdades estructurales que afectan de manera desproporcionada a grupos vulnerables, en especial mujeres, jóvenes y pueblos indígenas. A lo largo de sus más de 20 años de accionar, la Red Latinoamericana de Bosques Modelo (RLABM) ha aprendido que implementar la perspectiva de género no es solo una cuestión de equidad y justicia, sino un factor crítico para alcanzar la sostenibilidad en los paisajes que la integran.
La experiencia en diversos territorios de la región latinoamericana ha demostrado que la inclusión de las mujeres en la gestión, conservación y restauración de bosques y ecosistemas aporta beneficios significativos, que trascienden los principios éticos y legales de igualdad. Las mujeres son poseedoras de saberes ancestrales sobre el uso sostenible de la biodiversidad, gestión hídrica y otros servicios ecosistémicos fundamentales para el bienestar comunitario y resiliencia ante factores como el cambio climático. La participación femenina en igualdad de condiciones durante la toma de decisiones a nivel familiar, comunitario y del paisaje permite incorporar perspectivas diferenciadas e integrales para abordar las desigualdades estructurales y ambientales, además de ser una condición indispensable para alcanzar la igualdad de oportunidades y vivir en una sociedad justa.
Pese a ello, ningún territorio o paisaje en Latinoamérica es ajeno a la problemática de la desigualdad de género. Estas situaciones se encuentran arraigadas en estructuras sociales y culturales profundas, que parten en la mayoría de los casos por asignar roles diferenciados a hombres y mujeres, en prácticamente todas las esferas humanas. Históricamente, las mujeres han sido relegadas a actividades de cuidado doméstico, que no son remuneradas y son poco valoradas, generando una sobrecarga de trabajo invisible que escala el plano familiar y se refleja en los espacios colectivos, llegando incluso a afectar el ejercicio de la vida social y política.
Estas situaciones se agravan por factores diversos, siendo uno de los principales el acceso restringido a recursos económicos como la propiedad de la tierra, los créditos financieros y otros recursos productivos. Esto se ve reforzado por la ausencia de un marco de política que reconozca y aborde plenamente estas problemáticas, no considera las necesidades y particularidades de las mujeres en la gestión ambiental y no habilita condiciones necesarias para revertir estas situaciones, agravándolas en ocasiones.
Más aún, la discriminación y violencia de género, aún alta y normalizada, socava la autoconfianza de las mujeres en los procesos de gobernanza, siendo una barrera invisible y poco abordada, que limita su participación pública y refuerza su exclusión en el ejercicio de cargos públicos. Esta situación es aún más crítica cuando se agregan factores de etnia, ubicación geográfica y edad, pues en la región aún se vive un "adultocentrismo" y la marginación hacia pueblos indígenas, que relega a jóvenes, pueblos indígenas y población viviendo en zonas rurales, invisibilizando sus voces y conocimientos.
En este Blog, se detalla la forma en que la Red Latinoamericana de Bosques Modelo ha integrado el enfoque de género en sus esfuerzos por promover la gobernanza inclusiva de paisajes, en especial a través de tres investigaciones sitio-específicas desarrolladas en Bosques Modelo de Perú y Guatemala.

Taller con jóvenes en el Bosque Modelo Pichanaki
Bosques Modelo: plataformas de gobernanza hacia la equidad de género
Los Bosques Modelo (BM) son plataformas de gobernanza territorial que operan bajo seis principios de trabajo, en aras de fomentar la colaboración entre diversos actores para lograr el desarrollo sostenible. Los BM se asocian en redes, agrupadas a nivel global por la Red Internacional de Bosques Modelo, que asocia redes regionales como la Red Latinoamericana de Bosques Modelo (RLABM), estando esta última conformada por 34 territorios en 15 países.
En los últimos años, la equidad de género se ha convertido en un eje clave dentro de la RLABM. La formulación de la primera Estrategia de Género en 2017 marcó un hito en la incorporación de este enfoque en la gobernanza, estableciendo como pilares principales la educación, fortalecimiento del capital social y político, y mejora de herramientas. Desde entonces, ha habido avances tangibles en la participación de mujeres en la Red, siendo uno de los logros más notables la creación de una Comisión de Género y la creciente presencia de mujeres en el Directorio de la RLABM, lo que se ha visto reflejado, por ejemplo, en la diversificación de su agenda de trabajo. Además, las capacitaciones y grupos de trabajo impulsados desde la Red han alcanzado progresivamente una mayor paridad de género, reflejando un cambio estructural hacia la inclusión. Un ejemplo emblemático es la Red Latinoamericana de Juventudes de los Bosques Modelo, cuya conformación reciente ha asegurado desde su concepción la participación y representación equitativa de hombres y mujeres.
Monitorear avances en los territorios sigue siendo un desafío. Un estudio de 2021 caracterizó las estrategias más comunes en los bosques modelo, como capacitaciones para mujeres agricultoras y emprendedoras, financiamiento especializado y creación de infraestructuras productivas especializadas. Sin embargo, sigue siendo necesario investigar más a fondo las cuestiones de género la gobernanza territorial.
Estudios de Caso
Para comprender mejor la dinámica de género en la gestión de paisajes, la RLABM impulsó entre 2023 y 2025, investigaciones cualitativas bajo la forma de tesis de post grado de la Maestría en Manejo y Conservación de Bosques Tropicales y Biodiversidad del CATIE, en tres BM específicos:
- Bosque Modelo Apurímac-Abancay (BMAA), Perú: Enclavado en los Andes peruanos, este BM abarca un mosaico de ecosistemas que incluyen bosques, bofedales y pastizales altoandinos. A pesar de su belleza natural, enfrenta desafíos como incendios forestales y la degradación del suelo. Su gobernanza multiactor, centrada en una instancia adscrita al gobierno subnacional, busca equilibrar la conservación, restauración y el desarrollo sostenible de las comunidades campesinas quechua hablantes.
- Bosque Modelo Los Altos (BMLA), Guatemala: Ubicado en el Altiplano Occidental de Guatemala, se extiende a través de ocho municipios con una población mayoritariamente maya. Su diversidad ecológica favorece el desarrollo de la agricultura, la silvicultura y la producción artesanal. Sin embargo, la deforestación y la fragmentación de los bosques siguen siendo retos clave, abordados a través de una Mesa Forestal de Concertación de la Región VI.
- Bosque Modelo Pichanaki (BMPi), Perú: Situado en la selva alta de la Amazonía peruana, alberga una diversidad de ecosistemas desde la Yunga hasta la puna húmeda. La agricultura es su principal actividad económica, con cultivos como café, jengibre y piña, pero también es un motor de deforestación. Su plataforma de gobernanza busca equilibrar la producción con la conservación y restauración del paisaje.

Investigación en el Boque Modelo Los Altos de Guatemala
Las investigaciones revelaron patrones comunes a los tres BM que perpetúan la desigualdad de género en los distintos ámbitos tanto familiares como sociales. A pesar de los esfuerzos por construir una gobernanza de paisajes participativa, los esquemas machistas de pensamiento y la imposición de roles de género tradicionales continúan limitando la participación de las mujeres en la toma de decisiones en los tres sitios, así como su acceso a empleos remunerados y oportunidades de empoderamiento. Al igual que en muchos otros territorios de la región, la asignación desproporcionada de tareas domésticas y de cuidado sobrecarga a las mujeres y restringe su presencia en espacios comunitarios y de liderazgo.
Testimonios recogidos por las investigadoras revelan que estos paisajes las mujeres enfrentan múltiples “barreras invisibles” que sabotean su participación, aun cuando logran estar presentes en espacios de encuentro. En Los Altos, por ejemplo, las mujeres experimentan frecuentemente el no ser escuchadas en reuniones comunitarias y su acceso a cargos de decisión es mínimo. En Apurímac-Abancay se observó una negación generalizada para aceptar la existencia de la desigualdad de género, que tan solo dificulta la implementación de posibles estrategias de cambio, mientras que en Pichanaki la sobrecarga de trabajo doméstico y limitado acceso a oportunidades económicas, coloca a las mujeres en una posición de infravaloración ante el resto de la sociedad. A estas barreras invisibles se suma la violencia de género, flagelo social que agrava la situación de las mujeres, manifestándose en formas desde discriminación laboral hasta violencia física, con escasas políticas efectivas para abordar el problema.
Otro factor clave que exacerba la desigualdad entre hombres y mujeres, son las normas formales e informales de acceso a la tierra y a recursos económico-productivos. En Apurímac-Abancay, las normas de herencia y propiedad favorecen a los hombres, limitando la seguridad económica de las mujeres. En Pichanaki, la oferta laboral en agricultura se dirige casi exclusivamente a los hombres, mientras que en Los Altos la falta de financiamiento y programas de apoyo especializados en sus medios de vida impide que las mujeres logren autonomía económica.
La educación y el acceso a capacitaciones clave también representan un desafío para las mujeres en estos paisajes. Las niñas y mujeres jóvenes enfrentan obstáculos para acceder a programas técnicos y educativos suficientes para asegurar oportunidades económicas y de liderazgo. En Apurímac-Abancay, la educación de las niñas a nivel comunitario sigue siendo vista como secundaria frente a la de los niños, y en Pichanaki, las jóvenes tienen pocas oportunidades de formación en el sector agrícola. En los Altos la falta de una educación intercultural bilingüe genera una desconexión con la identidad y pertenencia indigena y comunitaria. Estas barreras no solo afectan el desarrollo personal de las mujeres, sino que también limitan su capacidad para influir en la gestión de los recursos naturales.
Otro aspecto fundamental para la lucha por la equidad de género en los Bosques Modelo, y que requiere mayor atención, es el reconocimiento de las organizaciones de mujeres en igualdad de condiciones. En Los Altos, por ejemplo, la Red de Mujeres Maya Mam ha desempeñado un papel crucial en la promoción del liderazgo femenino en la búsqueda de la revitalización de la identidad de los pueblos indígenas, aunque las estructuras formales de gobernanza en este BM siguen sin convocarla apropiadamente. En Apurímac-Abancay, muchas mujeres participan en programas de desarrollo comunitario y en la gestión de recursos hídricos, pero su influencia en la toma de decisiones sigue siendo aún limitada a espacios específicos. En Pichanaki, las mujeres han comenzado a organizarse en redes para acceder a capacitaciones y mejorar sus oportunidades económicas, aunque aún necesitan superar retos estructurales para consolidar su participación en espacios de gobernanza formal.
Las condiciones habilitantes de política también son un aspecto crítico. En muchos de estos territorios, la implementación de normativas de equidad de género es débil o inexistente. En Los Altos, aunque existen leyes que promueven la participación femenina en procesos electorales y de toma de decisiones, su aplicación es deficiente, mientras que en Apurímac-Abancay, se observó que la falta de capacitación en igualdad de género entre los funcionarios públicos limita la implementación de políticas efectivas. La creación de políticas más inclusivas y la garantía de su implementación son esenciales para lograr una mayor equidad en la gobernanza de estos territorios.
Finalmente, las investigaciones encontraron que la desigualdad de género se agrava con la intersección de otros factores como la etnia, la ubicación geográfica (urbana o rural) y la edad. La intersección entre género y etnia crea desafíos únicos para las mujeres indígenas, que a menudo enfrentan discriminación y marginación tanto por su género como por su origen étnico y, a pesar de su papel fundamental en la conservación de los recursos naturales y la transmisión de conocimientos ancestrales, su participación en la toma de decisiones sigue siendo limitada y sus aportes minimizados.
En particular, las investigaciones resaltaron que las diferencias entre los ámbitos urbanos y rurales profundizan las desigualdades en el acceso a oportunidades, la participación en la gobernanza y el reconocimiento del trabajo de las mujeres. En los tres territorios, las mujeres rurales enfrentan mayores barreras que sus contrapartes urbanas, lo que limita su autonomía y refuerza las inequidades estructurales.
La intersección entre género y edad genera desafíos específicos para las jóvenes, quienes enfrentan barreras adicionales para su participación y liderazgo, pese a que su involucramiento es clave para la sostenibilidad de los recursos naturales, ya que aportan nuevas perspectivas y propuestas innovadoras para la gestión del territorio. Si bien cada Bosque Modelo presenta particularidades, existen patrones comunes que revelan cómo la juventud y el género interactúan para crear barreras adicionales para las jóvenes, que resultan en una doble discriminación.

Investigación el Bosque Modelo Abancay - Apurímac, Perú
Acciones recientes, resultados y recomendaciones desde los Bosques Modelo
La equidad de género en los Bosques Modelo no solo requiere sensibilización, sino una transformación profunda de las normas sociales y culturales que perpetúan la desigualdad. En los últimos años, estos BM han implementado diversas acciones para promover la equidad de género, aunque con diferentes grados de éxito. En Los Altos se ha integrado el tema en el Plan Estratégico, y aunque su implementación sea débil, las mujeres tienen cada vez un mayor impacto en espacios informales. En Pichanaki, se han creado recientemente espacios de diálogo intergeneracional, aunque aún es necesario un enfoque de género claro para estos. Por su parte, en Abancay se reconoce la necesidad de un enfoque de género y existen actores clave que han promovido capacitaciones, aunque es aún urgente y necesario impulsar el liderazgo femenino en la gestión territorial.
Pese a estas intenciones, es aún necesario abordar las causas estructurales ya identificadas. De forma transversal a los tres territorios (y, posiblemente, en todo Latinoamérica), es urgente trabajar a nivel individual, familiar y comunitario por reducir la sobrecarga de trabajo no remunerado de las mujeres, ampliar su acceso a recursos y garantizar un entorno libre de violencia. Con respecto a los espacios de gobernanza de paisajes, más allá de su mera presencia, las mujeres deben tener voz y poder en la toma de decisiones, así como el reconocimiento de sus formas de organización y conocimientos tradicionales en la gestión de los recursos naturales.
Transitar de una integración simbólica a una participación efectiva e incidencia real de las mujeres en la gobernanza involucra en muchos casos valorar la diversidad cultural y de conocimientos, sobre todo en aque
llos territorios con presencia de grupos indígenas. Además, se deben fortalecer y valorar tanto los espacios formales como informales donde las mujeres ejercen liderazgo, asegurando el reconocimiento de sus contribuciones dentro de las estructuras de decisión.
Fortalecer capacidades estratégicas de las mujeres es siempre una prioridad, en la que cada bosque modelo necesita identificar sus necesidades particulares. En general, se recomienda considerar aspectos socio-culturales y sitio-específicos, como procurar educación en lengua materna, realizar talleres sobre derechos económico-productivos y laborales, abordar la violencia de género en los casos en los que haga falta e impulsar programas de liderazgo femenino.
Integrar la equidad de género en las estrategias de gestión del paisaje, conlleva necesariamente adaptar los enfoques de producción, conservación y restauración para que sean inclusivos y atractivos para mujeres y jóvenes. En este camino, es necesario generar espacios de diálogo intergeneracional y resulta clave promover alianzas con instituciones educativas que fomenten la capacitación en gestión de recursos naturales.
Finalmente, las investigaciones llegaron a la conclusión de que, para promover la representación de mujeres en espacios de decisión, es necesario también abrir espacios de reflexión sobre masculinidades y dinámicas de poder dentro de las comunidades y territorios, pues de lo contrario no se termina de abordar la totalidad de situaciones que limitan la participación efectiva de las mujeres y construcción de territorios más justos y sostenibles.
Fuentes clave:
- Plan Estratégico de la Red Latinoamericana de Bosques Modelo (RLABM, 2023)
- Estrategia de Género de la Red Latinoamericana de Bosques Modelo (Torrez Ruiz, 2017)
- Sistematización de la contribución de los Bosques Modelo al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (Ruiz-Guevara, et al; 2022)
- Juventudes en las iniciativas de restauración del paisaje forestal en el Bosque Modelo Pichanaki, Perú (Bashi Pizarro, et al; 2024).
- Incidencia de las mujeres en la gobernanza del Bosque Modelo Apurímac-Abancay, Perú (Minato et al; en publicación)
- Incidencia y participación de mujeres indígenas rurales en la gobernanza territorial del Bosque Modelo Los Altos en Guatemala (Fueres-Guitarra et al; en preparación)
